Cuatro años después de que su hijo
sobreviviera a la tragedia de Cromañón, a Oscar Reinoso le detectaron un cáncer
que derivó en la amputación de su pierna derecha y cambió su vida para siempre:
desde entonces planteó una lucha sin tregua contra la enfermedad y se convirtió
en el primer discapacitado 'motriz' que compite en el circuito amateur de
tenis.
Un persistente dolor en su pierna derecha,
que Reinoso comenzó a sentir durante unas vacaciones en Brasil, fue el punto de
partida de un diagnóstico tan sorpresivo como inevitable: "Tiene un sarcoma
sinovial y hay que amputar", fueron las palabras que le oyó decir al joven
médico de guardia que previamente le había ordenado una tomografía de
urgencia.
A partir de ese momento ya nada fue igual en
la vida de este hombre que alguna vez integró la selección nacional de
taekwondo: "Fueron momentos muy difíciles. Viajé a Estados Unidos, Cuba e Israel
con la esperanza de tener una alternativa pero en todos esos lugares me dijeron
que la única solución era amputar la pierna. No fue fácil tomar la decisión,
pero lo tuve que hacer porque corría riesgo de morirme", comenta
Reinoso.
"Los primeros tiempos fueron muy difíciles.
Recuerdo la primera vez que me vio sin la pierna mi profesor de tenis en Vélez,
Fernando Rilo. Su cara se transformó tanto al verme que me hizo ver que nunca
volvería a ser el mismo. Caí en una depresión muy profunda y tuve momentos
embromados", asegura.
Reinoso considera que para su recuperación
fue decisivo el apoyo de toda su familia y en especial de su esposa Marcela,
quien además de afrontar los altibajos de su marido tuvo que salir a trabajar
para sostener la economía familiar.
"Yo vivía en una casa que está cerca de la
vía. Se me pasó entre 15 y 20 veces la idea de tirarme debajo de un tren porque
además de lo que yo sufría veía que le había complicado la vida a mi familia.
Pero también pensaba: ¿Y si quedo peor? ¿Y si sobrevivo pero encima me terminan
cortando la pierna o los brazos?", evoca.
No era la primera vez que Reinoso se
confrontaba con la tragedia: en 2004 su hijo Lautaro había sobrevivido al
incendio del boliche Cromañón en el que murieron 198 personas y eso de alguna
manera lo ayudó a tener una perspectiva optimista que prevaleció aún en los
momentos más oscuros de su enfermedad.
"Yo tengo un conocido cuyo hija se murió en
Cromañón. Y siempre pienso: mi hijo está vivo, yo estoy vivo. Tengo que estar
agradecido y contento. Y debo seguir luchando cada día porque hay otros
problemas más graves que los míos", explica.
Superados los primeros tiempos más arduos,
que incluyeron siete meses bajo tratamiento psicológico, Reinoso se empezó a
familiarizar con su pierna ortopédica y a descubrir nuevas habilidades que
alentaron la posibilidad de retomar su vínculo con el deporte.
"Primero empecé a relacionarme con otras
personas que padecían cáncer y comprendí que ellos eran mis pares. Luego empecé
a ir a Ramsay, que es un centro nacional de rehabilitación y ahí conocí a otros
discapacitados y me di cuenta que había peores cosas", apunta.
"En Ramsay volví a tener contacto con el
deporte ya que empecé a nadar y ese fue el comienzo de mi retorno a la vida.
Desde ese momento no paré más. Me contacté con los que juegan al tenis en silla
de ruedas pero rápidamente me di cuenta de que yo quería más",
relata.
"Un día, sin contarle a nadie, agarré la
raqueta y me fui a jugar al frontón del Parque Sarmiento. La emoción fue tan
grande que inmediatamente lo llamé a mi profesor de Vélez y le dije que quería
volver a tomar clases", acota.
Así comenzó un derrotero que al principio lo
acercó al tenis desde un punto de vista recreativo y que con el tiempo lo llevó
a luchar por volver a la competencia: "Empecé de a poco y al principio fue
difícil pero con el transcurrir del tiempo fui incorporando cada vez más
movilidad hasta que un día decidí trabajar también con un preparador físico",
enumera.
"Toda mi vida estuve ligado al deporte ya que
de chico representé al país en taekwondo y por ese motivo volver a jugar al
tenis fue tan importante para mí. No me importa si gano o pierdo. Disfruto en
una cancha de tenis y mi objetivo es poder demostrarle a todos que se puede
jugar con una pierna ortopédica", subraya Reinoso.
El tipo de operación a la que fue sometido
Reinoso es más compleja que lo habitual, dado que por la localización de su
tumor los médicos tuvieron que amputarle también la rodilla, limitando aún más
su movilidad.
"Yo soy un amputado sobre rodilla, lo que
quiere decir que mi cuerpo tiene que inventar el movimiento de la rodilla porque
no la tengo. En el mundo hay alrededor de diez personas en estas condiciones que
lograron realizar algún tipo de práctica deportiva", asegura.
Autor: G.
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