Cuando se sorteó el cuadro de Wimbledon, muchos se frotaron
las manos por el impresionante partido que se iba a producir en los cuartos de
final entre el suizo Roger Federer, tercer favorito, y el español Rafael Nadal,
quinto.
Estos dos jugadores, que se enfrentaron en varias finales en
el césped londinense, debían eliminarse antes de lo previsto por la
preclasificación del español en el quinto lugar.
Pero antes de llegar a los cuartos de final, los tenistas
deben atravesar varias rondas y si se da la lógica, los 32 mejores del mundo,
quienes ocupan los puestos de la preclasificación, deben llegar a la tercera
ronda y luego los 16 mejores a los octavos de final.
Por el sector de Nadal la lógica no existió. Los cruces de
tercera ronda debían ser Nadal (5)-Benoit Paire (25) y John Isner (18)-Stanislas
Wawrinka (11).
Nadal y Wawrinka se marcharon en la primera ronda e Isner
abandonó en su segundo partido, por lo que el cuadro le quedó abierto de una
manera increíble al francés Paire, quien a priori, jamás hubiese soñado llegar
tan lejos.
Un tal Paire en los cuartos de final era el partido ideal
para el suizo Roger Federer, quien con el sorteo en las manos, ya lamentaba su
encuentro en esa instancia con Nadal.
Pero Roger, como no le pasó en los últimos 36 torneos de
Grand Slam, donde por lo menos había llegado a los cuartos de final, claudicó en
la segunda ronda ante el ucraniano
Sergiy Stakhovsky, número 116 del ránking, por 6-7 (5), 7-6 (5), 7-5 y 7-6 (5)
en tres horas.
De
esta manera, el tercer sector del cuadro, a priori el más fuerte del torneo, se
quedó sin sus dos principales favoritos, Nadal y Federer, lo que pondrá en
semifinales a un inesperado jugador.
Autor: G.
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